Katrine {ADMIN}

Nombre completo: Katrine

Edad: 14

Ocupación: No tiene

Rango: Huérfana

Familiares: Sus padres murieron cuando ella tenía 7 años a causa de una enfermedad. No tiene más familia.

Nivel de Intelecto: Muy bajo.

Personalidad: Ha sufrido mucho desde muy pequeña y se vio a obligada a cuidar de su familia a una edad muy prematura por lo que se convirtió en una chica dura. Al morir sus padres se vio en la calle, por lo que se ha visto obligada a desenvolverse sola. Es capaz de saber desenvolverse sola en prácticamente cualquier situación, aunque más de una vez se ha metido en una pelea.
Aunque le gustaría decir lo que piensa, tiene un don para percibir lo que a la gente le gustaría escuchar y es eso lo que suele decir, ganándose así la simpatía de varias personas que la ayudan a sobrevivir, dándole de vez en cuando un pedazo de pan o un par de monedas para que coma.
Rasgos más destacados: No es una muchacha fea, y el estar sola sin nadie que responda por ella la convierten en una pieza fácil para guardias poco decorosos a los que les gusta abusar de su poder. Por suerte ha pasado tantas horas en la calle que la conoce como la palma de su mano. Esto se convierte en una gran ventaja a la hora de escapar de los guardias, tras marear durante un par de minutos a los guardias dándoles vueltas por las calles más amplias desaparece de su vista, quizás por un pequeño callejón o un boquete.

Apariencia física: {descripción + spoiler}: Realmente no es una muchacha poco agraciada pero la suciedad y el poco aseo que conlleva la vida en la calle no la hacen destacar especialmente. Piel ligeramente bronceada plagada de pequeñas pecas en sus mejillas. Sus ojos cambian de un color verde a uno más grisáceo dependiendo de la luz. Su melena castaña puede llegar a tener una tonalidad rubia gracias al reflejo del sol. Suele llevarla recogida en una coleta para disimular su estado descuidado. Bajo su andrajosa ropa se ocultan cardenales y marcas, recuerdos de palizas y peleas en las que se ha visto envuelta.

Spoiler:

Miedos: Vive día a día con el miedo de crecer. Sabe que nunca le será fácil salir de la calle y que al crecer y dejar de tener la apariencia de una niña comenzará a perder la compasión de la gente que hoy en día todavía la ayuda. También tiene miedo a no ser lo suficientemente rápida como para escapar de los guardias que acostumbran a seguirla y acaben atrapándola.

Odios: Odia tener que sobrevivir de la compasión de la gente, tanto como odia robar pero tiene claro que no se va a quedar sentada a ver como se muere de hambre. Si tiene que robar lo hará y si tiene que pedir también lo hará.

Gustos: Una de las cosas con las que encuentra más satisfacción es en poder comer con el dinero que ella ha ganado por sí sola. Por esto mismo nunca dudará en aceptar cualquier trabajo que la propongas, sea cual sea. Otra de las pocas cosas que más le agradan y están al alcance de su mano es la música. Cuando algún artista callejero visita las calles de Renere no duda en acudir y dedicarse a escuchar desde una esquina en la que nadie repare en su presencia.

Manías + gestos: A lo largo de los años se ha acostumbrado a estar alerta siempre. No se permite relajarse completamente nunca, porque cuando menos se lo espera siempre tiene que salir corriendo. Nunca robará a alguien que tenga poco dinero, o que necesite ese dinero para sacar a una familia adelante. A pesar de que la paliza acostumbra a ser mayor siempre roba a nobles y a gente adinerada a los que no les arruina el futuro por un par de monedas.

Otros datos importantes:-

Historia:
Nací en el seno de una familia humilde, pero trabajadora. Tenía un hermano tres años más pequeño que yo. Aún recuerdo ese día en el que me dijeron que tendría un hermanito pequeño, el día en el que le vi por primera vez y le cogí entre mis brazos.

Mis padres se aseguraban de que al menos mi hermano y yo todas las noches tuviéramos un plato caliente en la mesa que llevarnos a la boca.

Mi padre trabaja de sol a sol en el campo para sacar la familia adelante y mi madre se encargada del cuidado de la casa y de nosotros. Ella sabía leer y escribir, y cuando cumplí tres años comenzó a enseñarme con paciencia y esmero.

No tendríamos mucho dinero, pero éramos una familia unida y éramos felices. Por desgracia cuando mi hermano contaba con apenas un año y yo con cuatro mi padre contrajo una extraña enfermedad.

Desde ese momento nada volvió a ser igual, mi padre no podía trabajar y mi madre tuvo que comenzar a hacerlo para sacarnos a todos adelante. Las clases se vieron suprimidas sin llegar a aprender nada y yo me vi obligada a cuidar de mi padre, y de mi hermano que por aquel entonces apenas contaba con un año.

Aún por aquel entonces, los días todavía tenían algún momento feliz, mi hermano era demasiado pequeño para entender lo que sucedía y era él el que se ocupaba de proporcionarnos la mayoría de los momentos felices. Por otra parte mi padre se ocupaba de hacerme creer que se recuperaría, que todo volvería a la normalidad, y yo con la inocencia de una niña de 4 años le creí. Tres meses más tarde mi padre cerraría sus ojos para siempre.

Mi madre nunca llegó a superar la muerte de mi padre, pero siempre procuró guardárselo para ella sola y que nosotros no notáramos nada. Siguió trabajando durante todo el día para sacarnos adelante mientras yo me ocupaba de mi hermano, al que quería con locura.
Los años fueron pasando y pronto confundí la rutina con la normalidad, olvidando en parte las penurias que pasaba mi madre por darnos algo de comer a mi hermano y a mí.

Sin embargo, siempre recordaré esas noches en las que encontraba a mi madre llorando, ella se daba media vuelta inmediatamente y se secaba las lágrimas pensando así que no la veía.
Al cumplir mi hermano los tres años, mi madre contrajo la misma enfermedad que se llevó a mi padre. Esta vez fue aún peor, mi madre se vio obligada a dejar de trabajar. Vivíamos de la compasión de los vecinos, pero no llegaba para los tres, esta vez mi hermano si fue mas consciente de lo que sucedía, yo me veía obligada a convencerle de que todo se arreglaría, al igual que mi padre lo hizo conmigo en su momento.

Mi hermano contrajo la misma enfermedad medio año después; esa enfermedad parecía querer arrebatarme a toda mi familia. Esto pareció acabar con los ánimos de mi madre, que llevaba luchando incansablemente medio año. Dejó de luchar y en los próximos meses se fue apagando lentamente hasta fallecer el día de mi séptimo cumpleaños. En apenas una semana, me vi en la calle con mi hermano de 4 años gravemente enfermo. Con la ayuda de la gente que nos conocía luché por sacarle adelante, pero resultó imposible. Falleció apenas un mes después de la muerte de mi madre.

A partir de ese día, vivo en la calle completamente sola. Al principio sobreviví gracias a la caridad y la compasión de la gente que nos conocía. Poco a poco aprendí a ganarme la simpatía de la gente, o a robar llegado el caso.

Llevo 7 años en la calle, he aprendido a desenvolverme y a sobrevivir. Me he metido en más de una pelea y me he ganado más de una paliza, pero haré lo que sea necesario por salir adelante.